Borobudur: un templo budista en una ciudad musulmana 3


Vimos Yogyakarta como un regalo de los dioses, después de 3 días encerrados en un autobus, sin poder apenas dormir ni asearnos. A las 7 de la mañana la ciudad estaba vacía, todo el mundo se encontraba en la ceremonia más esperada del final del Idul Fitri (Ramadán). Desde el autobus podíamos ver grandes esplanadas a rebosar de gente inmersos en sus oraciones.

Llegamos a Malioboro Street, la más conocida y turística de la ciudad. Nos costó encontrar alojamiento, todo estaba completo. El poco que quedaba libre tenía unos precios desorbitados, pero claro, ¡cada día no es el final del Ramadán!

Bien asentados, duchados y bien nutridos decidimos ir a ver la joya de Java, el templo de Borobudur, el más antiguo templo budista del Sudeste Asiático. Nos dirigimos allí en moto aunque después nos enteramos que se podía ir en transporte público.

Paseando por el templo

Paseando por el templo

La entrada al templo es bastante cara, tanto como 20$, pero si eres estudiante o estás en posesión de un carnet de estudiante, tendrás suerte, ya que te costará la mitad.

Roser tenía muchas ganas de visitar aquel templo tan enigmático e interesante, con forma piramidal solo vista desde las alturas, rodeadas de estupas y budas hechos de piedra volcánica. Cuando trabajaba en el museo en Barcelona, había podido ver piezas originales del templo, allí expuestas. Era uno de los tops del viaje. Muchos viajeros con los que nos encontrabamos, nos habían hablado maravillas del lugar y de lo precioso que era ver el amanecer desde allí. Pero, qué sucedió? Estaba tan, tan lleno de gente que apenas pudimos disfrutar el paseo por el templo. Rodeábamos cada sección con meticulosa curiosidad, intentando descifrar cada grabado. Intentando unir fragmentos de historias que conocíamos. Por esos pasillos poca era la gente que se acercaba. La gente estaba en lo alto del templo, donde se encuentran las famosas estupas.

Sonríe que estamos en Borobudur!

Sonríe que estamos en Borobudur

Nos recordó a los templos de Bagan (Myanmar) tan a rebosar de gente que era imposible sacar una fotografía sin nadie que pasara por detrás. Muchas personas se habían olvidado de que continuaban estando en un templo religioso y se hacían fotografías encima de las estupas o incluso metiendo la mano por ellas, a pesar de tener a sus pies carteles que lo prohibieran.

Nos agobiamos rápidamente del paseo por la parte superior del templo y nos fuimos a recorrer el recinto de Borobudur. Descubrimos que existe un museo en el que se explica la llegaba del budismo a Indonesia, los intercambios comerciales con China y los demás países del Sudeste Asiático, y una reproducción a escala real de un barco mercante de antes del siglo IX.

“Aprovecha ahora que no hay nadie”

Paseando por Yogyakarta

Debido al Idul Fitri, las calles de Yogyakarta, y más concretamente Malioboro Street, se encontraban a rebosar de gente. Por la acera no se podía caminar de la cantidad de gente que había y de puestos de ropa que ocupaban gran espacio; y por la carretera corrías el riesgo a que te atropellase un carro de caballos, un tuk-tuk o un coche. Paseamos hacia lo que nos pareció un edificio del gobierno y la mezquita más gran de la ciudad, donde Roser tuvo que ponerse el velo para poder entrar a visitarla.

La ciudad de Yogyakarta no nos pareció muy interesante, aún así la vida que encontramos en la calle nos pareció muy divertida e interesante.

Pobre de mi

Pobre de mí

Divertimento en las calles de Yogyakarta

Divertimento en las calles de Yogyakarta


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