A Cebu llegamos el 1 de junio directos de un avión Hanoi – Manila. No teníamos intención de ver la primera isla fundada por los españoles y por eso nos fuimos directos al norte, con la idea de coger una banka para Malapascua. Entre autobus y autobus pasamos nuestras primeras horas en el país, descubriendo desde la ventanilla paisajes, rótulos en castellano y nuevas sonrisas.
La cruz de magallanes en el mismo lugar donde se plantó
Después de haber recorrido, Siquijor, Camiguin, Dumaguete y Bohol, era la hora de volver a Cebu para ir al aeropuerto. Esta vez, sin embargo, le quisimos dedicar 2 días a la ciudad.
En un barrio humilde nos esperaba Norman, un filipino que nos acogió en su pequeña habitación a nosotros dos y una pareja de Rusia. A pesar del poco espacio que teníamos, Norman nos hizo sentir como en casa, acogiéndonos desde un inicio con una gran sonrisa. Así, los 4 invitados, nos fuimos a descubrir la ciudad de la mano de Norman. Antes de abordar las iglesias de la ciudad fuimos a visitar la famosa cruz de Magallanes, que se encuentra todavía (conservada como una relíquia) en el mismo punto en la que la erigieron los conquistadores españoles. Después la cosa fue de iglesias, así que primero fuimos a la más conocida: la del Santo Niño. Coincidió en que era el Día del Padre y el recinto era una fiesta, a rebosar de gente, de velas, de música y sobre todo, de mucho fervor religioso. Nos acercamos a ver otra iglesia y antes de comer, nos dimos un paseo por uno de los fuertes que levantaron los conquistadores españoles para defender las costas.
Interior del fuerte de San Pedro
El fuerte en sí no es muy grande, pero nos sirvió para aprender más sobre la colonización española ya que explica bastante bien la llegada de Magallanes y la posterior llegada de Legazpi. También fue el único lugar de Filipinas en el que encontramos alguna información sobre la oposición inicial de las disitntas tribus a los colonos expañoles.
Imagen de los conquistadores españoles en la iglésia del Santo Niño
Norman nos llevó también a la zona donde él trabaja, que los fines de semana por la noche se convierte en un mercado de comida. Con lo que nos gustan a nosotros esos sitios disfrutamos mucho comiendo en los puestecitos.
Bien entretenidos con nuestro anfitirión
Cebu es una gran ciudad y por primera vez desde que llegamos a Filipinas vimos pobreza en las calles. Una pobreza como no veíamos casi desde la India. Nos sorprendió ver el gran contraste que hay entre la gente. Mientras unos Filipinos se pueden permitir el último iPhone o pasear cada tarde por grandes centros comerciales, que les encantan, otros viven en la calle, muchos sin ropa o sin un cartón siquiera donde echarse a dormir.
Nos gustó Cebú, pero es sin duda una ciudad de contrastes y la pobreza extrema te golpea con fuerza cuando paseas por sus calles.
Procesión en honor al Santo Niño
El Santo Niño
Cuenta la leyenda, que los conquistadores, liderados por Legazpi encontraron en Cebu una imagen cristiana entre las ruinas de un pueblo pagano, una tribu, a la que derrotaron en el momento de la colonización. Esta figura, la de un cristo niño, fue ensalzada como milagrosa y a día de hoy es una de las figuras más importantes de toda Filipinas.
Cuenta la historia que Magallanes, al llegar a Filipinas por primera vez (40 años antes que Legazpi), estableció contactos amistosos con las tribus locales de las que recibió presentes y a las que entregó varias obras de arte (religiosas claro) que las tribus aceptaron gustosamente. Años más tarde estas figuras fueron encontradas “milagrosamete” por Legazpi que lo consideró un símbolo de que Filipinas debía ser convertida al cristianismo.
Muy amable el chico filipino. La pobreza y la diferencia de clases es difícil de soportar. Los gobiernos deberían ayudar más a las personas necesitadas