Chefchaouen: la Perla de las montañas del Rif 1


Chefchaouen, Echaouen o Xaouen. Hay muchas maneras de mencionar este precioso pueblo escondido entre las montañas del Rif marroquino, en la región de Tanger-Tetuán. Durante siglos fue un lugar de peregrinación donde quedaba prohibida la entrada a extranjeros. En el siglo XIX asomó la cabeza el primer explorador cristiano, ¿os suena Charles de Foucauld? En 1906 las tropas españolas se afianzaron en la zona instaurando el protectorado español en Marruecos. Se convirtió, finalmente, en una de las principales bases del ejército español.

Hoy en día siguen quedando vestigios del paso de los españoles: las calles están escritas en castellano y sus habitantes saben hablar el idioma vecino sin ningún problema. La entrada de extranjeros es abundante y cada día somos más los curiosos que nos acercamos a visitar “el pueblo azul”. Y no es para menos, con tan sólo mirar la amplia galería que ofrece Google uno se enamora antes de ir.

Colorantes

Colorantes

Al igual que Fez, aquí también había muchísimos gatos

Al igual que Fez, aquí también había muchísimos gatos

Aprovechando nuestra visita a Fez decidimos coger un autobus directo hacia Chaouen. Fueron 4 horas de trayecto y las 3 primeras fueron en línea recta, lo interesante vino al final. De repente dejábamos atrás la extensa llanura de campos secos para acceder a las montañas del Rif. El paisaje cambiaba y donde no había vida vegetal ahora estaba lleno de árboles y montañas que nos recordaban al pirineo.

Una vez ubicados pudimos comprobar que nada tenían que ver la medina de Fez con la de Chaouen. A pesar de que eran callejuelas pequeñas te situabas fácilmente, yendo todas a parar al centro del pueblo: la plaza Hamman presidida por la Mezquita El-Aadam, fundada en 1471; y la pequeña pero preciosa Alcazaba. Rodeada de restaurantes que ofrecen el mismo menú a los mismos precios, es el centro neurálgico del pueblo, donde se concentra la gran parte de la vida turística. Una de nuestras actividades aquellos días fue, precisamente, pasarnos horas mirando el ajetreo de la gente, el ritmo del pueblo y el vaivén de todas las personas que pasan por allí diariamente. Es cierto que en lo últimos años ha aumentado el número de visitantes y cada día descargan autobuses de asiáticos que pasan en grupo y no dedican más que unas horas. Lo bonito es, para nosotros, quedarse unos días, respirar el aire fresco de las montañas y notar el ritmo tranquilo del pueblo. Veníamos de Fez, ajetreada y calurosa, y Chaouen supuso una soplo de aire fresco y de tranquilidad.

Tiendas de la Medina

Tiendas de la Medina

Callejuelas de Chaouen

Callejuelas de Chaouen

La Medina

Sin duda alguna lo bonito es perderse por todas y cada una de las calles de la ciudad, salirse de los muros que conforman la Medina, llegar hasta lo alto de la montaña y verla desde arriba.  También es interesante visitar la Alcazaba, aunque tiene poca información es útil para poder hacerse una idea de lo que ocurrió en la zona antes de la llegada de los españoles, además puedes disfrutar de las vistas de la plaza desde lo alto de la torre. Tiene un precio 10 Dirhams (1€ aprox).

Bolsos y más bolsos

Bolsos y más bolsos

Caminando por el pueblo sin muchos pretensiones llegamos al río Ras al-Maa. Si dispones de más tiempo y quieres hacerte una idea de cómo viven los lugareños, es el sitio ideal. Las mujeres trabajan duro para lavar la ropa en el lavadero público. No sólo lavan sus prendas sino que lavan enormes mantas que pesan kilos y las tienden en lo alto de los muros que rodean el lavadero. Los niños juegan y los patos pasean libremente por ahí como si con ellos no fuera la cosa. Alguna cabra suelta se sube al tejado de una caseta y unos extranjeros le hacen fotografías. Todo junto representa la tranquila vida de Chaouen.
Siguiendo el río y pasado el campo de futbol hay un caminito que llega a unas plataformas, allí descubrimos Chaouen desde abajo, siempre azul y blanco, rodeado de montaña.

Lavadero público

Lavadero público

Chaouen desde abajo

Chaouen desde abajo

Como no puede ser menos, Chaouen tiene arquitectura colonial, poca pero la tiene. Y la plaza Mohammed V, aunque pasa desapercibida, es otro de los lugares de concentración de vida en las tardes de Chaouen. En frente se encuentra la única iglesia del pueblo, que ahora ejerce como escuela y los edificios coloniales, poco cuidados no relucen todo lo que debieran.

De terrazas va la cosa

Si hay algo que nos atrae a los extranjeros son las terrazas. Algo que, al parecer, crea indiferencia a la gente local. No sabemos el motivo, pero nos encanta poder ver una ciudad o un pueblo desde lo alto, ver lo que sucede. En Chaouen sobran las ofertas de restaurantes con terraza y nosotros decidimos ir probando para ver la misma plaza desde diferentes perspectivas.

Ya no es sólo lo bonito que es o lo azules y blancas que sean sus calles y casas, es que Chaouen es un pueblo tranquilo y fresco, un refugio para el ajetreo de la vida de las grandes ciudades y un lugar donde el tiempo no importa.

Desde la torre de la Alcazaba

Desde la torre de la Alcazabas

Desde uno de los restaurantes de la plaza, viendo la Alcazaba

Desde uno de los restaurantes de la plaza, viendo la Alcazaba

Desde la terraza del hotel

Desde la terraza del hotel


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