Perdiéndonos en la laberíntica Fez 1


Nunca habíamos estado en África y Marruecos iba a ser nuestro primer país. No pasaríamos por la capital ni por Marrakech, nuestro destino era Fez. Al llegar al aeropuerto nos esperaba una edificación nueva con los servicios de lo más justos y la primera bofetada en la cara de calor. En Fez pasaríamos unos días realmente muy calurosos.

Llegando al aeropuerto de Fez

Llegando al aeropuerto de Fez

Desde el mismo aeropuerto cogimos un autobús que nos dejó frente a la estación de trenes. Desde allí, pese al calor, andamos hasta la zona antigua donde teníamos nuestro hostal, cerca de 2km. Fue una buena caminata bajo un sol de justicia, pero el ver que no éramos los únicos locos que andaban a esa hora consuela un poco. Por algún extraño motivo en Fez se hace vida al mediodía pese a los cuarenta y tantos grados. Además llegábamos en pleno Ramadán, así que nos encontramos muchos comercios cerrados.

Las puertas del Palacio Real

Las puertas del Palacio Real

Encontrar el hostal no fue fácil. Estaba en un callejón escondido al que no habríamos entrado si no hubiese sido por el cartel, porque parecía una casa particular. Una vez dentro nos quedó claro que había tres casas en aquel callejón. No estábamos propiamente en la Medina, sino en las afueras, y llegaríamos a agradecerlo.

Bazar de la medina cerrado durante la llamada a la oración de los viernes

Bazar de la medina cerrado durante la llamada a la oración de los viernes

La primera tarde decidimos adentrarnos en la Medina sin saber muy bien que íbamos a ver o qué buscar y terminamos literalmente perdidos entre las callejuelas que componen la ciudad antigua. Al principio es divertido ver como unas callejuelas suceden a las otras, salirse del mercado y descubrir donde vive la gente. Cuando empiezas a dejar atrás callejas y ves que no tienen salida o que al cabo de mucho rato terminas en un patio con tres casas pero sin posibilidad de seguir puede ser algo agobiante. Todo mientras andas a ritmo de los consejos de la gente de “C’est fermé”. Pues sí, muchas veces está cerrado, es decir, no había salida.

Sandías tamaño estandar en uno de los bazares de Fez

Sandías tamaño estandar en uno de los bazares de Fez

El segundo día, después de haber buscado algo de información, descubrimos que en la ciudad hay varias rutas, marcadas en las calles con cartelitos de colores cada pocos metros para que descubras lo imprescindible de la Medina sin perderte por sus calles. Realmente muy útil. Pese a que si quieres recorrer la Medina palmo a palmo podrías pasarte días, creemos que vale mucho la pena salir de la ciudad antigua (Medina). Descubrimos los jardines de Fez, muy parecidos a los jardínes cordobeses o granadinos, o el mirador que hay junto a la estación de autobuses y que tiene unas vistas maravillosas de la ciudad. Eso sí, nosotros nos acercamos al mirador a las 7 de la mañana y llegamos chorreando de sudor del calor que hacía, así que no lo dejéis para el mediodía. También hay otro mirador en el extremo opuesto de la Medina.

Jardines Andalusies en Fez

Jardines Andalusies en Fez

Aunque normalmente no somos de siesta, aquí lo respetamos cada día. Estando por encima de los 43ºC y con el sol de justicia que había, a las horas más calurosas poco se podía hacer.

Después de unos días, no destacaríamos nada especial de Fez, más que el encanto de sus calles y la vista que hay desde lo alto, ya sea desde el mirador o desde sus terrazas. Aunque parece que la gente de Fez no tiene mucho gusto por ver su ciudad desde lo alto. Las mezquitas, los miles de mercados y olores son lo que más nos impresionaron de esta ciudad tan antigua. Si algo nos quedó claro también es que Fez es una ciudad infestada de gatos.

La vista de la medina desde el mirador de la estación de autobuses

La vista de la medina desde el mirador de la estación de autobuses


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