El Camino (Parte I)


Teníamos unos días de vacaciones y todo, desde el trabajo hasta nuestro cuerpo, nos pedía unos días de naturaleza, de tranquilidad. Para satisfacer ese deseo planificamos un viaje que debía llevarnos desde Esterri d’Àneu hasta Torla por los pirineos en 13 días de travesía. El tiempo, sin embargo, no quiso darnos una tregua y a tan sólo tres días de empezar nos veíamos obligados a cambiar las vacaciones.

La alternativa? El camino de Santiago, en su variante primitiva: de la catedral Oviedo a la Plaza del Obradoiro. Trece maravillosos días por la geografía asturiana y gallega para vivir un camino del que esperábamos más bien poco.

Un sábado a primerísima hora de la mañana salíamos de Barcelona dirección a Asturias y unas pocas horas más tarde, esperando a que abriesen las puertas de la catedral de Oviedo para recoger la credencial de peregrinos, teníamos nuestro primer contacto con el camino. Una pareja se emocionaba al vernos con las mochilas y nos regalaba muchísimos consejos. Con este gran inicio y nuestra nueva credencial nos lanzábamos a buscar las vierias que nos sacarían de Oviedo. Las perdimos un par de veces, pero una vez te acostumbras, encontrarlas se hace fácil y cada nueva marca hace muchísima ilusión. Cómo cambiaría esto a lo largo de los días…

 

Jornada 1: Oviedo – Grado San Juan de Villapañada >30Km

La primera vieira fuera de Oviedo

La primera vieira fuera de Oviedo

Ya fuera de la ciudad de Oviedo el camino se hace por agradables senderos que alternan pista y bosque y que te ofrecen unas maravillosas vistas de las montañas asturianas. El cielo se mantenía azul y parecía dispuesto a darnos una tregua después de unos días de tormentas. Fuimos con calma, parando más o menos cada dos horas y disfrutando de las vistas, con esa ilusión del que emprende una nueva aventura. Por la tarde, el cielo se cansó de ser clemente y cuando más cansados estábamos, a sólo 2,5km de Grado, descargó una tormenta torrencial. Nos pusimos el poncho, apretamos los dientes y el paso y tiramos de nuestras últimas fuerzas para llegar a Grado, nuestro destino. Le ganamos una pequeña tregua a la tormenta gracias a nuestro arrojo solo para descubrir que el albergue de peregrinos estaba lleno. El albergue, el hotel y los apartamentos turísticos, porque eran las fiestas de Grado. Un hombre que nos vio desesperanzados, cansados y mojados quisó darnos alguna esperanza y llamándonos desde la ventana de su casa nos dijo que allí había un albergue. Fueron todo falsas esperanzas, allí significaba a 3 ó 4 km. Así, casi como almas en pena afrontamos los últimos km con un fuerte desnivel positivo para llegar a San Juan de Villapañada y conocer a los peregrinos que nos iríamos encontrando, cada vez con más ilusión, a lo largo de los siguientes días.

Camino a Grado, antes de empezar a llover

Camino a Grado, instantes antes de empezar a llover

Jornada 2: San Juan de Villapañada –  Salas > 22 Km

El amanecer en San Juan de Villapañada se veía precioso y para nuestra sorpresa, nuestras botas estaban secas. El invento de rellenarlas con papel de periódico había funcionado. Lo que no fue una sorpresa fue el dolor de pies. Desde el primer paso, se quejaron de la caminata bajo la lluvia del día anterior. Este segundo día lo afrontábamos con algo menos de ilusión que el primero. El camino a Salas sube mucho, pero lo hace entre bosques, animalitos y los gritos de ánimo de los pájaros que nos acompañaron buena parte de la mañana.

El camino a Salas convertido en un riachuelo

El camino a Salas convertido en un riachuelo

Al llegar a Salas teníamos unas ganas locas de quitarnos las botas pero decidimos aguantar 5 minutos para buscar el albergue público. No fuimos capaces de encontrarlo, allí donde nos indicaba el mapa sólo había un local en venta. Nos volvimos algo tristes al albergue privado que hay en el centro del pueblo y fue todo un acierto. Nos encontramos con un lugar muy cuidado en el que pudimos recuperarnos de nuestro dolor de pies.  Nos ayudó a ello Casa Pachón y una buena siesta.  A partir de este segundo día Casa Pachón se convirtió en la referencia para nosotros de lo que significa comer bien. Eso sí, no somos capaces de imaginar como hay gente capaz de seguir camino después de comer cinco platos. Por si una comilona no fuese suficiente excusa para quedarse a echar la siesta, ese día la lluvia comenzó justo al acabar de comer.

Iglesia de Salas

Iglesia de Salas

Jornada 3: Salas – Tineo > 20 Km

Barro. Ese es el mejor resumen de la tercera jornada. Todo el camino era un lodazal. Al principio intentabamos andar por los márgenes del camino, por donde más seco está, pero desistimos al poco rato. Llevábamos las botas de montaña así que terminamos andando por medio de aquel camino que en ocasiones más que camino parecía un riachuelo.

Vistas desde Tineo

Vistas desde Tineo

En los pueblos ibamos encontrando a peregrinos que nos habían adelantado no sabíamos cómo, no habíamos encontrado más que a unas madrileñas en el camino que iban inmaculadas. Eso, comparado con nuestro lamentable estado, con barro hasta las rodillas y chorreando sudor, nos hacía preguntarnos de dónde salían esos peregrinos. Los habíamos visto en Salas, ¿cómo habían llegado sin mancharse siquiera las botas?
Cuando te encuentras en la situación te da algo de rabia. Luego recuerdas que estás haciendo el camino y que tu objetivo no es llegar limpio a los sitios y se lleva mucho mejor. Es ahí cuando empiezas a “entrar” en el camino. Al final, un viaje así es de cada uno. Que cada uno lo haga como guste.

Jornada 4: Tineo – Borres > 16 Km

Esta fue una jornada corta que nos sentó de maravilla. Llevaba días haciendo mal tiempo y las recomendaciones eran alargar la etapa hasta Pola de Allande para evitar el paso por Hospitales, que se vuelve bastante peligroso cuando hay mal tiempo. Parar en Borres era una apuesta arriesgada por el sol y por una mañana sin niebla.
Pese al riesgo decidimos apostar por el paso de Hospitales, más bonito según dicen, y parar en Borres.
Fue otra larga jornada de barro y lluvia y empezamos a dudar de nuestras apuestas. El pueblo de Borres es precioso y llegamos al mediodía, bastante antes de la hora de comer. Con tiempo de sobras para jugar a las cartas, hacernos amigos de unos ponis y de que su dueño nos presentase también a las vacas.

Saliamos casi con el sol

Salíamos casi con el sol

Esa jornada fue verdadera gloria y a partir de ahí nuestros pies decidieron perdonarnos algunos de los kilómetros y empezaron a tratarnos mejor.

Si eso es el camino

Sí, eso es el camino

Jornada 5: Borres – Berducedo (por Hospitales)> 25 Km

Nos despertamos temprano para evitar el calor y salimos del albergue junto con el sol. A primera hora de la mañana los ponis estaban guardados y unas nubes bajas nos hacían dudar que hubíesemos hecho lo correcto. Cuando dejábamos atrás el pueblo para coger el camino hacia Hospitales las nubes se habían retirado y despuntaba el que sería el primer día de buen tiempo.

El pueblecito de Borres desde el Albergue

El pueblecito de Borres desde el albergue

Ante nosotros se abrían los caminos, por primera vez en las montañas, con unas subidas que quitaban el aliento y unas vistas que hacían olvidar la subida. Nos encontrábamos ante un paisaje tan digno de Irlanda como de Asturias. Para hacerlo más ameno, aquí y allá nos encontramos con caballos salvajes y con las ruinas de antiguos hospitales. Antes de darnos cuenta llevábamos 15 km recorridos y nuestros pies no se habían quejado todavía.
Allí donde el camino se junta con el que viene de Pola de Allande empezamos a ver a la gente exhausta que había optado por alargar la etapa anterior y afrontar el duro desnivel del último kilometro de esa variante. Algunos, sorprendidos, nos pregutaban si habíamos tenido problemas con el tiempo.

Vistas desde lo alto del camino por hospitales

Vistas desde lo alto del camino por Hospitales

Un pueblo abandonado después de una fortísima bajada daba paso a un camino a resguardo de un sol inclemente que calentaba con ganas después de unos días entre nubes. Cuando ya empezábamos a estar cansados, un pinar nos abrió la puerta a Berducedo.

Pueblecito camino a Berducedo

Aldea de Montefurao camino a Berducedo

Jornada 6: Berducedo – Grandas de Salime > 26 Km

La sexta jornada se hizo increíblemente larga. A poco de salir, un desvío “provisional” le sumaba 2km a la previsión que teniamos de hacer el camino. La niebla, que durante las primeras horas nos ofreció algunos de los paisajes más bonitos del camino, se apoderó de nuestra vista y nuestros recuerdos durante un par de horas. Junto con la niebla, las indicaciones del camino, confabulaban para minar nuestra moral. Los carteles indicaban los kilómetros que faltaban sin ninguna consideración. Media hora después de ver el cartel que indicaba que faltaban 6km para Grandas, aparecía otro que corregía al anterior, avisando que faltaban 6’5Km para llegar.
Así, ya sin niebla, lo que al principio eran las impresionantes vistas de un pantano, se convirtieron en las odiadas vistas del pantano.

Mar de nubes camino a Grandas de Salime

Mar de nubes camino a Grandas de Salime

Lo que desde un lado del pantano se veía como un pueblo, no eran más que casas abandonadas y el bosque con la ansiada sombra quedaba demasiado por encima del ardiente asfalto por el que andábamos. Entre los dos nos dabamos ánimos, pero todo era en vano. Cuando a 2km por fin, un bosque nos dió algo de sombra, no nos quedaban apenas fuerzas para continuar. Ver el pueblo fue un auténtico alivio. Descubrir el hostal, maravilloso, todavía más. Aunque lo mejor fue que el sol también calentó la tarde y por fin pudimos volver a tener ropa limpia.

Jornada 7: Grandas de Salime – Fonsagrada > 27 Km

Partimos con niebla y lluvia, para que no olvidásemos que así es el tiempo Asturiano. Era nuestro último día en Asturias y nos íbamos con pena de una región que nos había recibido con cariño y belleza. Ni siquiera el mal tiempo conseguía quitarnos esa sensación agridulce de dejar Asturias. Por otra parte, andábamos con la ilusión de llegar a Fonsagrada, el primer pueblo gallego en el que pararíamos a dormir.
La frontera no es más que una línea de piedras en el suelo, pero nos hizo mucha ilusión cruzar. Más allá de la frontera los mojones cambian y cada vez que veíamos una vieira podíamos ver también los kilómetros que nos faltaban hasta Santiago.

Primer hito Gallego

Primer hito Gallego

Fuimos todo el camino pendientes de un desvío a Burón que debíamos evitar. No lo cogimos, así que nos evitamos la carretera, pero el tramo final hasta Fonsagrada es para sacar el higadillo.

Continuará…

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