La historia oculta de Camboya 6


Poco o nada sabíamos acerca de la historia cruel y sangrienta de este país. Algo habíamos oído de una dictadura y de un tal Pol Pot, pero parecía que quedase muy lejos. Una vez llegamos al país comenzamos a informarnos y a leer libros al respecto. Descubrimos que desde el año 1974 hasta 1979 Camboya sufrió uno de los horrores más silenciados de la historia moderna. Primero porque durante los 4 años previos a la dictadura, estuvo sumida en una guerra civil contra los americanos, que habían ido allí a salvarles del horror del comunismo. Fueron contastemente bormadeados, día sí, día también; y segundo, porque cuando por fin las tropas americanas fueron forzados a huir del país fue “gracias” a un hombre llamado Pol Pot y los jemeres Rojos que se alzaron como salvadores de Camboya y los creadores de un nuevo país. Pol Pot creía que esta nueva versión de Camboya debía estar basada en la agricultura como fuente principal de la economía del país. Lo demás suponía una traición al régimen, fidelidad al capitalismo, a lo americano. Así pues, abogados, profesores, médicos… gente con estudios, gente que trabajaba en la administración, gente que hablase francés o inglés, formarían parte del pueblo nuevo y deberían ser aniquilados. Ellos eran los corruptos. Incluso aquellos que llevaran gafas, independientemente de su profesión, serían arrestados y acusados de traición.

Tuol Sleng o S-21

Tuol-Sleng o S-21

Desde los años 1974 a 1979 la organización de Pol Pot, llamada Angkar, junto a los jemeres rojos expulsaron a la gente de las grandes ciudades y las llevaron a trabajar a pueblos rurales, con el objetivo de darles una buena vida y que aprendiesen nuevos valores. Los llevaban a los campos, lejos de las ciudades. Tenían que trabajar desde el amanecer hasta el anochecer, algunos con un bol de sopa de arroz como única comida al día. El negro era su nueva vestimenta, el pelo corto su nuevo look. No podían sonreír, no podían llorar, no podían cocinarse su propia comida, no podían cultivar, no podían llevar zapatos, no podían… Eran obligados a asistir a reuniones de propaganda todas las noches, a confesar robos inexistentes o a castigar a otros compañeros.

S-21

En Phnom Penh se encuentra el centro de detención más importante del país, llamado Toul Sleng S-21. Se conserva tal y como lo dejaron los jemeres rojos una vez lo abandonaron. Pasaron entre 12.000 y 20.000 personas por ese centro y sólo quedaron vivas 7. Un número brutal. Salas de tortura, aparatos de electroshock, cadenas, habitáculos de 1×1 m, sangre seca en el suelo… Este antiguo instituto se convirtió en un centro de horror y cada “aula” era peor que la anterior. Durante la visita teníamos ganas de huir de ahí, el corazón se empequeñecía a medida que avanzabamos y oiamos los testimonios de los supervivientes, gracias al audioguia. De repente, acaba tu visita y te encuentras a uno de esos 7 supervivientes. Un hombre que debe tener ahora unos 70 años, quizás menos pero la vida no ha sido fácil para él. Un hombre al que torturaban 3 veces al día y que pudo salir con vida gracias a su talento: saber pintar. En lugar de huir, allí sigue, cada día, con una sonrisa e intentando vender su arte. Las lágrimas se escapaban. Hay que ser valiente para regresar cada día al infierno.

Cartel de prohibído reir en Tuol Sleng

Cartel de prohibído reir en Tuol Sleng

Killing Fields, los campos de la muerte

Otra de las muchas demostraciones de ese horror son los campos de la muerte situados a 15 km de Phnom Penh. No tiene mucho misterio, allí solo se iba a morir. No había trabajos forzados. El camión llegaba con decenas de “corruptos”, con las manos atadas a la espalda y los ojos vendados. Al principio los jemeres rojos tenían munición y les daban una muerte “piadosa”. Al comenzar a quedarse sin munición simplemente los apaleaban hasta morir. No había juicios. Las declaraciones, venian firmadas desde el S-21. Fueran ciertas o no los que llegaban a Chown Ek ya tenían su destino escrito.

En las afueras niños y adultos morían de inanición, de agotamiento, de enfermedades a consecuencia de los trabajos forzados, pero en los campos de la muerte, los bebés eran asesinados de una manera brutal. Estampados contra los árboles, las criaturas desnudas lloraban hasta morir. Las madres como castigo tenían que presenciar la escena.

Podría coger mi corazón y tirarlo a la basura, la crueldad humana no tiene límites, aquí no los hubo.

Las normas dl S-21

Las normas del S-21

Un final poco esperanzador

Cuando los vietnamitas entraron a Camboya se encontraron un país devastado. No había alimentos, no había viviendas, no había medicinas… Solo hectáreas y hectáreas de campos y gente esquelética que luchaba por sobrevivir.
Los juicios contra los jemeres rojos tardaron en llegar y cuando lo hicieron fueron poco más que una farsa y muchos tuvieron condenas insignificantes o no las tuvieron. Ninguno de ellos fue acusado de genocidio.

Genocidio: Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad. (Fuente: RAE)

Se abolió la religión, todos eran Camboyanos, el exterminio no se centraba en una u otra etnia o raza. Se producía a todos los niveles. No se eliminó únicamente a los capitalistas o a los socialistas. Miembros del propio regimen de Pol Pot fueron torturados en el S-21 y conducidos a Chown Ek, los campos de la muerte. Como podría entonces acusárseles de genocidio…


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6 ideas sobre “La historia oculta de Camboya

    • Roser y Dani Autor

      En una época muy turbia y que imaginamos que los camboyanos quieren borrar de sus mentes. Ellos son valientes y siguen luchando, aunque tengan un gobierno que no les deje hacerlo.

  • Marta

    Dios… se me encoge el corazón sólo por leer el post, no quiero ni imaginar lo que es estar allí y verlo en persona.
    Y cómo el superviviente que mencionais es capaz de seguir allí, donde los recuerdos deben ser aún más inevitables.
    A veces los peores monstruos son humanos.

    • Roser y Dani Autor

      Fue algo bastante duro que nos esperamos encontrarnos la verdad. Pero por otro lado ves lo valientes que han sido, al ser capaces de superarlo más o menos bien.