Islandia en Camper Van: de gasolineras y campings

Cuando el viaje a Islandia estuvo decidido no tuvimos ninguna duda de cómo nos moveríamos por el país, lo haríamos en Camper Van, en furgoneta. Nos habían hablado mucho de ello. La furgoneta era el medio de transporte ideal en un país salvaje y lleno de naturaleza. Podríamos parar allí donde quisiésemos, a dormir, a comer y a explorar. La Camper Van era el medio perfecto y planificamos una ruta dando la vuelta a la isla con esto en mente.

Aunque disfrutamos de alguna de esas mágicas noches y de un par de esas comidas maravillosas en lugares de ensueño con la Camper Van, no todo son ventajas y después de unos cuantos días en el país, estamos convencidos de que tal vez no fue la mejor idea.

Alquilamos una Renault Kangoo, y la verdad es que, pese a que se vea pequeñita, el espacio estaba increíblemente optimizado y la cama era muy cómoda. Ni un solo día nos levantamos pensando que habíamos dormido mal por culpa de la cama.

Eso sí, cuando ya llevas unas cuantas noches y el frío te ha calado en los huesos después de un día en el que no te queda claro si llueve, nieva, hace calor o un frío siberiano se agradecería no tener que montar la cama desde fuera de la furgoneta.

A la hora de alquilar una furgoneta hay que tener en cuenta que el acceso a las carreteras F con estos vehículos está prohibido. No fue un problema para nosotros porque estaban cerradas igualmente debido a la climatología, pero en verano tal vez nos hubiésemos arrepentido.

Otra cosa que al parecer es importante comprobar es que vengan equipadas con los neumáticos de invierno, cosa que por lo que nos contó una mujer en un hostal no todas las compañías ofrecen. No nos referimos a neumáticos de invierno como los de aquí, con gomas especiales, si no a unos que tienen pequeñas puntas de metal para tener mejor agarre en la carretera.

Podemos asegurar que algunos días llegamos a agradecer mucho llevarlos.

Cuando viajas en una furgoneta en la que te cabe la cama o los asientos pero no ambas cosas a la vez sentarse placidamente a desayunar es algo complicado. Además, hace frío, claro, el termómetro, cuando enciendes el coche marca -3 ºC y sabes que todo lo necesario para preparar el desayuno está debajo de la cama donde duermes. Además, cuando empiezas a informarte sobre este país, lo primero que queda grabado a fuego en tu mente es lo delicada que es la flora. Sabiéndolo, buscas el sitio menos agresivo posible para aliviar la vejiga después de una larga noche.

La solución más cómoda para ambas cosas, desayuno y aligerar la vejiga, así como para alimentar al vehículo acaba siendo muchas veces la misma: una gasolinera.

Así, el recuerdo de muchos desayunos es el del café de la N1 con los trabajadores madrugadores que se saben el truco para rellenarse el vaso de café tantas veces como sea necesario. Mientras tanto nosotros hacíamos lo posible por combatir el frío y por planear lo que debíamos hacer durante el día.

Las gasolineras, además, no fueron únicamente el escenario de gran parte de los desayunos. También estuvieron presentes en algunas meriendas o infusiones tardías mientras esperábamos el momento de ir a dormir, esperábamos que las auroras boreales apareciesen en el cielo o mirábamos las fotos del día.

Islandia es tierra de dioses guerreros y trolls , un paraíso de naturaleza salvaje y prácticamente virgen en que las condiciones extremas hacen muy difícil el crecimiento de la flora y la conservación de las maravillas naturales. La fragilidad de la isla y su ecosistema, pese a su desatada fuerza natural, parece incompatible con el auge del turismo, el común y el de aventura, que explotan caminos y emociones.

Muchos lugares han debido ser vallados, encadenados o restringidos para que las personas no pisen los helechos que pueden tardar casi 100 años en volver a crecer, no destruyan las formaciones volcánicas…

Sobre todo está prohibido acampar en cualquier sitio que no esté habilitado a tal efecto. La prohibición hace que la furgoneta o la autocaravana pierda algo de sentido, pues hay que tirar de camping que muchas veces son poco menos que un parking.

Con todo, prohibiciones, sentido de conservación y lo hermoso de la isla parece que todavía hay quien está dispuesto a saltarse todas las restricciones, pisar el borde de un acantilado a punto de deshacerse y dos o tres familias de plantas endémicas que tal vez no vuelvan a crecer para conseguir una foto mejor que la del común de los turistas.

Nosotros nos lamentamos como todos, de que muchos lugares estuviesen restringidos al público, pero es una decisión fácilmente comprensible.

Sin la posibilidad de acampar allí donde nos llevaba el día y las exclamaciones de sorpresa, terminamos por recurrir, muchas de las noches a los campings.

Dormir en un camping te ofrece, casi siempre, una sala donde estar caliente y preparar la comida, baños y ducha. Casi siempre…

La primera vez que nos tocó pagar un camping miramos desanimados los precios, pero nos resignamos a ello, necesitábamos ducharnos y el primer día habíamos podido dormir en medio de la nada. Entonces todavía no sabíamos nada de las prohibiciones de acampar fuera de los lugares designados.

Poco a poco iríamos aprendiendo sobre estas restricciones y que los campings islandeses no sólo son caros sino, que a veces ni siquiera tienen ducha o la ducha debe pagarse a parte y en monedas.

En uno de ellos llegamos a irnos una vez instalados. Ya habíamos pagado 40 € por pagar la noche cuando descubrimos que el uso de la ducha se pagaba a 3 € por cada 5 minutos. El hombre de la recepción se avino a devolvernos el importe del camping y nos echamos de nuevo a la carretera. La decisión nos hizo pasar 40 minutos más en la carretera, pero terminamos en un camping genial con una mujer muy agradable que nos acogió como en su casa y con ducha incluida en el precio por 28 €(aprox).

A partir de entonces intentamos hacer acabar nuestros días, en la medida de lo posible, con la cercanía de algún camping o de algún lugar en el que pudiésemos instalarnos con la camper van.

Sin duda, una de las mejores noches fue la que pasamos a los pies de una lengua glacial. No era un lugar en el que se pudiese acampar, pero tampoco es que estuviésemos acampados. La noche y las condiciones meteorológicas así como las de la carretera nos llevaron a detenernos en medio de un camino de tierra helado por el que no nos atrevíamos a seguir siendo ya de noche y con una lluvia que amenazaba convertirse en nieve en cualquier instante.

Incluiríamos en los mejores momentos, todos aquellos en los que pudimos comer con vistas al océano, a glaciares, increíbles montañas o, en ocasiones, todas estas cosas a la vez. Cargar el camping gas con toda la utillería nos dio momentos de felicidad sin duda, aunque también se pueden cargar todos los utensilios viajando con coche.

Hay que decir también a favor de la opción furgoneta que en algunos parques nacionales en los que hay campings pero no hoteles te dan la libertad de poder disfrutar de las últimas horas del día o de los primeros instantes de luz sin la preocupación de tener que estar en ningún lugar salvo en el que te encuentras.

Sin duda, las decepciones de los campings sin servicios es una de las peores sensaciones que nos llevamos del viaje. Cuando ya has dado por acabada la jornada y el tiempo y la noche están en tu contra para seguir conduciendo, la sensación de desamparo te atrapa fuerte.

Tampoco se queda a la zaga, aunque visto en retrospectiva quizás no sea tan malo, las condiciones de las carreteras en un invierno islandés incipiente. En un par de ocasiones el viento y el hielo exigieron toda nuestra pericia al volante para mantener el coche en la carretera. Aunque esto último te lo compensan con creces los paisajes 🙂

La decisión es muy personal y depende de la manera en que le guste viajar a cada uno, aunque nosotros lo tenemos claro. El día que volvamos a Islandia lo más probable es que no optemos por la Camper Van.

El precio de los campings lo convierte en una de las opciones más caras y la libertad que podría darte no es tanta como parece, pues estás obligado a parar allí donde te dicen. En verano los campings abundan y tal vez se tenga más libertad, pero ya en la época en la que fuimos nosotros, muchos campings estaban cerrados y las opciones eran menos.

Sí que tenemos claro que un vehículo es algo prácticamente imprescindible para llegar a los rincones de este país. Solo la carretera, con sus cambios de tiempo y de paisaje justifica el viaje. Nuestra elección para una próxima visita se va a un simple vehículo normal o todoterreno, depende de la época del año o bien una autocaravana. No repetiríamos con la Camper Van.

Esa, por supuesto, es nuestra opinión, la decisión debe ser de cada uno y sea cual sea, Islandia es un país que vale mucho la pena visitar, sea con los medios que sea.