La victoria del pico Carlit 2


Ya empezábamos a echar de menos la montaña y la naturaleza así que en nuestro último viaje decidimos descubrir una parte del pirineo frances y vasco-francés. El viaje empezaba con una excursión que a los dos nos hacía bastante ilusión: la subida al pico del Carlit por la ruta de los 12 lagos.

Cielo abriendose tras la tormenta en Bourg Madame

Cielo abriendose tras la tormenta en Bourg Madame

El día anterior había estado lloviendo prácticamente todo el día, así que estábamos muy pendientes de si podríamos hacer o no la excursión. La previsión meteorológica nos daba luz verde así que nos equipamos bien y nos fuimos para allí. Al llegar nos encontramos la carretera cerrada. Hace unos años estaba cerrada de junio a agosto, eso habíamos leído y había que subir con un autobús en esos meses. Ahora parece que el autobús se ha alargado a toda la temporada.

El embalse de les Bulloses antes de empezar la excursión

El embalse de les Bulloses antes de empezar la excursión

Cogimos el autobús mirando de nuevo la previsión meteorológica de la garita de las entradas: daban lluvias por la tarde. Si todo iba bien a mediodía teníamos que estar abajo. Así que pagamos los 5€ del autobús y para arriba. Ya a medio camino nos quedó claro que el Carlit no pretendía dejarnos hacer el camino de manera fácil. Empezaba a nevar y hacía un viento muy fuerte.

Lago le Vive, el primero de los 12

Lago le Vive, el primero de los 12

Antes de empezar a andar, en el punto de información ya nos dijeron que el Carlit no era una opción. Llevaba toda la noche nevando. Aún así podiamos intentar hacer los 12 lagos que hay en su falda. Cuando empezamos a caminar el paisaje era sólo lo que teníamos ante nosotros. El Carlit nos negaba sus encantos. La nieve caía pero era soportable. Incluso tenía su encanto sentir el frío en la cara y ver el suelo cubriéndose de blanco.

Lago le Negre

Lago le Negre

Después de un rato andando llegamos al primero de los lagos. No éramos los únicos que subíamos y parecía que aunque nos negaría sus vistas, el Carlit nos dejaría disfrutar de sus bosques y de sus lagos. La nieve y la niebla se encargaban de darle al paisaje ese toque de lugar encantado que hace que todo parezca místico. Con el viento soplando entre las rocas, casi parecía que el Carlit nos estuviese adviertiendo. Él se negaba a dejarnos pasar y nosotros estábamos  decididos a ver los lagos.

A medida que subíamos su advertencia se convirtió en amenaza: más frio, más viento y más nieve. Los pequeños cristales de hielo nos abofeteaban obligándonos a fijar la vista en el suelo y el fuerte viento nos hacía detenernos para no perder el equilibrio. Llegando al noveno lago la tormenta arreció. Al mirar atrás un pequeño rayo de sol iluminaba un lago lejano, riéndose de nosotros, dejando claro que ese era el único camino que la montaña nos dejaría tomar.

Un rayo de sol sobre un lago dejado atrás

Un rayo de sol sobre un lago dejado atrás

Nos quedamos poco rato en el que fue nuestro último lago. A partir de aquí un puente conducía a los lagos superiores y al pico. Al acercarnos el aullido del viento y su embate furioso nos hizo claudicar. Nos volvíamos. Al emprender la vuelta la tormenta pareció calmarse. La montaña ya tenía lo que quería, nos íbamos. Casi parecía un escarnio cruel: cuando nos deteníamos el viento y la nieve apretaban, cuando avanzábamos un ligero rayo de sol se dibujaba allá abajo en la lejanía.

Noveno lago, aquí nos dimos la vuelta

Noveno lago, aquí nos dimos la vuelta

En un momento dado el viento empezó a soplar desde atrás, tratando de obligarnos a ir más rápido. Al llegar al primero de los lagos, donde terminaba la ruta circular y casi empieza la excursión, un tímido sol se nos ofreció como recompensa. Las nubes seguían velando el pico dejando claro que aquel no era el día.

De nuevo el lago le Negre, casi parece un día distinto

De nuevo el lago le Negre, casi parece un día distinto

Esta vez la victoria fue del Carlit, de esa montaña mágica envuelta en jirones de nube y cubierta de un manto blanco, pero volveremos cuando esté más dispuesto a disfrutar de sus bosques, sus vistas y su paisaje. Si cuando está de malas es espectacular, de buenas debe ser realmente hermosa.


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