Siquijor y su magia 3


Nuestras primeras horas en Siquijor las dedicamos a buscar alojamiento. Nos llevó muchísimo tiempo porque nuestra idea era encontrar alojamiento en Siquijor Town (también conocido como “Población”), sin embargo los precios ya no eran lo que eran hace unos años y enseguida quedó claro que la información que teníamos no estaba al día. Al final después de preguntar mucho terminamos en Casa Miranda. Cuando lo vimos pensamos que no podríamos permitirnoslo. Una sencilla habitación justo delante de la playa con baño privado y bastante espacio. Resultó que la habitación se ajustaba perfectamente a nuestro presupuesto y esa misma tarde alquilamos una moto para ir a recorrer la isla.

Una de las playas de Siquijor

Una de las playas de Siquijor

Los siguientes días en Siquijor pasaron entre playas, una cueva y alguna que otra casacada. También aprovechamos la ocasión de probar la “GoPro” recién comprada. La verdad es que le hemos sacado provecho estando en Filipinas.

Playa solos en Siquijor

Playa para nosotros solos en Siquijor

La cueva de Cantabón

Salimos temprano por la mañana para ir a una de las muchísimas cuevas de Siquijor. Para poder acceder a la cueva hay que ir con 2 guías. Los guías cuestan 600 pesos e incluyen un casco y frontal para adentrarse en la cueva. El precio es por grupo de hasta tres personas, así que si se puede hay que aprovechar. No sabemos cuanto tiempo pasamos en la cueva, pero pudimos poner a prueba de verdad la cámara que habíamos comprado, y suerte que lo hicimos.

Preparados para entrar a Cantabon

Preparados para entrar a Cantabon

La cueva requiere mojarse, agacharse, mojarse y agacharse y pasar por sitios realmente complicados. Lo bueno es la recompensa. A cambio del esfuerzo, Cantabón te ofrece unas formaciones preciosas, cascadas interiores, pequeñas lagunas y la posibilidad de adentrarte cerca de 1Km en la tierra. Una experiencia muy gratificante no apta si tienes claustrofobia o si no estas dispuesto a mancharte. Fue una experiencia muy parecida a Mae Lana con algo más de complicación.

Roca con forma de alcachofa de ducha

Roca con forma de alcachofa de ducha

Playas y acantilados

Pasamos una gran tarde en una de las playas más famosas de Siquijor, la playa de Salaangdong. Lo malo de que está playa se haya hecho tan famosa es que hay que pagar entrada, lo bueno es que está limpia, hay unas sombrillas para que no te deshagas bajo el sol de justicia de Filipinas y que han puesto unos trampolines para saltar desde unos acantilados, se puede saltar desde 10 o 12 metros, dependiendo de lo valiente que te sientas una vez estes en el trampolín.

Nosotros pasamos una gran tarde entre saltos al mar y baños en un agua cristalina en la que no es necesario hacer snorkel porque basta bajar la vista para ver lo que hay en el fondo. Vale la pena pagar los 20 pesos de la entrada.

Playa de Salaangdong

Playa de Salaangdong

Cascadas y un árbol de más de 400 años

Una de las atracciones de Siquijor es el árbol más antiguo de la isla. Hay quien dice que está encantado y que el agua del manantial que brota entre sus raices tiene propiedades curativas. Eso no lo comprobamos, pero el árbol es asombroso y puedes pasar un buen rato dejando que los peces que hay allí se coman las pieles muertas de los pies. Nosotros combinamos la visita a unas cascadas con la visita al árbol.

Una de las cascadas donde paramos a relajarnos

Una de las cascadas donde paramos a relajarnos

Las cascadas son una maravillas. La entrada es gratuita y hay tres niveles de un agua de un turquesa increible y de un frescor que con lo que pica el sol se agradece muchísimo. Nos entretuvimos muchísimo tiempo bañandonos en las cascadas que están llenas de Filipinos, bañandonos, relajandonos, recibiendo masajes de las propias cascadas y saltando a las pozas que crean las cascadas. Toda una gozada en medio de un paisaje que quita el hipo.

Árbol mágico de Siquijor

Árbol mágico de Siquijor

Y la isla en si

Una de las mejores cosas que ofrece Siquijor es Siquijor. Sus carreteras ofrecen un contraste entre selva y mar precioso. Estas conduciendo cerca del mar mirando un cielo azul y un fondo marino que casi es posible observar desde la moto y de repente te encuentras conduciendo por una carretera rodeada de palmeras y de selva. Una selva frondosa y sobrecogedora. A diferencia de en los lugares de Tailandia donde estuvimos aquí las palmeras no crecen en sitios puntuales si no en todas partes. Sólo el paseo en moto, sin necesidad de llegar a destino, ya vale la pena.


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