Hsipaw se nos antojaba como un descanso y un adiós a nuestros últimos días en Myanmar. Allí encontramos un verdadero contacto con los birmanos. Entre paseos bajo la lluvia, excursiones a una cascada y a un pueblo de montaña y casas de té pasamos una semana, sin darnos cuenta, en este pueblo enclavado en las montañas del norte de Myanmar, y casi el último sitio al que está permitido llegar al turista.
Los primeros días nos acogió la lluvia aunque Hispaw tiene aún más encanto cuando llueve. Los campos de arroz huelen aun más con la tierra mojada. Los birmanos se tapan con paraguas implantados a la moto y siguen haciendo vida normal mientras, bajo el torrente de lluvia intentas refugiarte en un pequeño puesto callejero.
Una pequeña zona llamada “little Bagan” pretende tener el esplendor de la gran ciudad birmana. Y aunque no llega a ser el complejo de templos que es Bagan, unas cuantas pagodas en ruinas y otras más nuevas combinadas con los campos y las cabañas le dan un encanto especial. Siguiendo el sendero llegamos a lo que llaman las “shan villages”. En realidad se trata del extraradio de Hsipaw, pero el aspecto es bastante diferente al de la ciudad. Los edificios de cemento dejan paso a las casas de bambú y el Birmano deja paso al Shan. Salgas por donde salgas de la ciudad de Hsipaw puedes encontrar esta etnia que vive del campo y la artesania. La etnia Shan vive sobre todo en Myanmar, en los límites de China, Tailandia, Camboya y Vietnam, teniendo su propia lengua y estructura social y política.
Excursión a la cascada
La lluvia nos dió una tregua durante un día y aprovechamos para ir a la cascada de Namtok, a unas 2 horas caminando de Hsipaw. Atravesando una vasta extensión de campos de arroz, al final se encontraban 3 cementerios: uno musulmán, uno budista y uno chino. De allí descendíamos a caminos de tierra con más cultivos a los lados, y a lo lejos podíamos ver la enorme cascada de Namtok. La cascada es tan bonita como inesperada en el lugar en que la encuentras y el paseo hasta allí no tiene desperdicio. Quizás no es el mejor lugar para darse un baño pero es suficientmente grande como para meter los pies y aliviarse del calor.
Pankam por libre
Los hoteles ofrecen miles de posibilidades de excursión por la zona. La más conocida es la excursión a Pankam, uno de las primeras aldeas que se encuentran en plena montaña, a 17 km de Hsipaw. Después de pensarlo y mucho, decidimos ir por libre y jugárnosla sin saber al 100% si podríamos encontrar alojamiento. Durante el camino nos fuimos encontrando a varios grupos organizados que iban en la misma dirección y algunos hacian noche en Pankam también.
Llegamos a Pankam sin ningún problema y bajo la mirada de desaprobación de algún turista que no estaba muy convencido de que se pudiese hacer el trayecto sin guía. Por supuesto ir con un guía tiene sus ventajas: te lleva por caminos seguros, te explica curiosidades sobre la cultura y tradición del país y puedes plantearle todas las dudas que tengas.
Nosotros no disfrutamos de todas estas ventajas pero encontramos mediante símbolos una família local con la que alojarnos. La señora de la casa se hizo entender por signos y después de pactar que pagaríamos 6000K (algo menos de 5€) por persona, nos preparó una comida estupenda. Es quizás de los días que mejor hemos comido, cenado y desayunado estando en Myanmar.
Después de la comida, las niñas de la casa nos hicieron de guías por el pueblo y terminamos en la calle que da entrada al pueblo viendo como unos monjes novicios jugaban a futbol mientras hacíamos las preguntas que no le podíamos hacer a un guía a otros de los monjes.
Al final después de algo de papiroflexia, algunos juegos y unas niñas jugando con la barba de Dani volvímos a la casa donde un grupo guíado se había instalado para dormir también. Al final resultó una gran experiencia y nos sentimos maravillosamente tratados, además de poder disfrutar del paisaje.
Viaducto de Gokteik
Para llegar a Hsipaw escogimos el tren desde Mandalay, mucho más económico que el bus (y más si vas en ordinary class) aunque muchísimo más lento. Lo bueno es que pudimos pasar por el famoso Viaducto de Gokteik, un tramo de 689 metros de largo. El momento esperado tan solo dura unos minutos, pero todo el mundo aprovecha para asomarse por las ventanas y hacer fotos y videos, que en principio están prohibidos, mientras el tren se mueve muy lentamente. La sensación de caer al vacío está presente, pero el paisaje acompaña y te recuerda más a una atracción de Port Aventura que a un tramo de tren real.
Epic barba!
Vaya dentera…., envidia dais. La gente parece sencilla y tan cercana…, etnias diferentes en el mismo país, el gobierno que pone muchas restricciones y la gente intentando salir adelante. Parece que lo básico se repite en cada lugar, bajo diferentes formas. En cualquier caso, lo reitero, dentera…., de envidia.
Eso es, aunque haya muchos kilómetros de diferencia los problemas básicos parecen repetirse en todos lados.
Nosotros continuamos manteniendo nuestra propuesta, únete al viaje! 🙂
Que bonita experiencia habéis vivido, la gente amable y buena veo que hay por todas partes. Lo del tren de vértigo. Bonitos paisajes de los campos de arroz. Contarnos muchas cosas, asi es como si viéramos un poquito de esos países. Ya sabes roser que a mi me encantan los documentales, je je. Muchos besos
El tren sí que daba un poco de vértigo, iba super lento y aunque dura muy poco rato te parece un eternidad! 🙂
HOLA! Gracias por compartir vuestra experiencia con el resto de viajerxs! Una pregunta! ¿Cuánto tardó el tren Mandalay-Hsipaw??? Gracias!
Hola Laura,
en principio el tren tarda unas 12 horas, pero es bastante imprevisible. Hay una única vía y el tren va en ambos sentidos y va parando bastante así que puedes contar entre 12 y 16 horas. Eso si, es una gozada el viaje! Te recomendamos coger el tren de las 2 de la mañana desde Mandalay, las vistas del acueducto de Goteik quedan en el lado izquierdo y aunque sales muy pronto podrás descansar antes de ver el acueducto y no llegaras muy tarde a Hsipaw.