Dicen que comer es uno de los placeres de la vida y la afirmación adquiere una nueva dimensión en Taiwan. Comer no es solo disfrutar de los alimentos o del omnipresente te, es también disfrutar de los mercados nocturnos, de las paradas, las luces y el ambiente.
La variedad de comida sorprende y es posible encontrar desde morcilla hasta sapos, pasando por una gran variedad de opciones. Yo iba dispuesto a probar todo lo posible, y aunque lo intente, fui incapaz de atreverme con la sangre de pato.
Lo que si que no dejé escapar fueron los platos típicos como los noodles de ternera, el pudding de tofú o el tofu apestoso (stinky tofu). El último estuve a punto de rechazarlo porque realmente se ha ganado el nombre que tiene. Sin embargo, si uno consigue olvidarse del olor, es un plato muy gustoso.
El te fue lo primero que busqué y no fue muy difícil encontrarlo, porque en cada esquina hay paradas vendiendo distintas variedades: con leche, sin leche, verde, negro con jazmín o sin. Sea cual sea la variedad escogida, el bubble tea, fue una recomendación recurrente en muchos de los países de Asia que recorrimos asíq ue no podía dejarlo escapar.
Si algo me quedo claro, es que los Taiwaneses están tremendamente orgullosos de su gastronomía y de su te y estarán encantados de explicarte lo que necesites y de recomendarte lugares y platos. Me fue imposible probar todo lo que me recomendaron, aunque lo intenté. Me senté frente a bollos de carne, setas picantes con lima, tomates con algas, sopa de pies de cerdo con gambas, pasteles de pescado con pepinillos, noodles, arroces…
Si algo está claro es que, en Taiwan, comer es uno de los placeres de la vida.
La comida, como todo, hay que saber encontrarla. En su medio natural. Y entonces pasa a formar parte de la cultura del país.